Las quinterías, casas de campo solamente de temporada, forman acaso el último reducto, aún palpable, aún visible, en el que se refugia el recuerdo de lo que fue la vida agrícola moracha hasta casi ayer, hasta la mecanización del trabajo del campo con lo que supuso de derrota para carros y galeras, yuntas y reatas y, lo que es más importante, de todo un tiempo al que, por el hecho de ser pasado, no vamos a llamar mejor.
Han cambiado de nombre según los dueños y las épocas, por ejemplo: Solana del Sastre y Solana de San Juan. Hoy día se les conoce como Casas de la Solana.
Se trata de una agrupación de viviendas a unos 12 kilómetros de la población, a las cuales se iba "de quintería" principalmente en las recolecciones. Cada familia preparaba los víveres necesarios para su sustento y el agua lo tomaban de un pozo comunitario que se encontraba cerca de las casas. También había una pila para abrevadero de los animales y un amplio entorno no labrado para hacinar leñas, aparcar carros y permitir a los muchachos y las gallinas andar a sus anchas.
Las casas, salvo excepciones, son de tapial confeccionado con la tierra a pie de obra, las de más rumbo tienen corral y portada, en cambio, las más humildes tienen una sola puertecilla y comparten patio y corral. En las casas mayores, había un pajar doblado sobre la cuadra y ocho, diez o más pesebre con su pajera correspondiente; en todas había una cocina de fuego bajo y una amplia campana con un revellín sobre el que se colocaba el candil, aprovechando el grosor de los muros existían alacenas donde guardar lo imprescindible. A ambos lados del hogar existían dos generosos poyos de mampostería, buenos para sentarse en torno a la lumbre y servían además como cama añadiendo una simple saca de paja. Sobre las paredes se colgaban las mantas y los arreos. A ras del suelo hacían con yeso y cal el hueco de las cantareras.
La vida en la quinteria era sosegada. Al final de la jornada de trabajo se solía cenar temprano y después la gente más joven se divertía bailando al ritmo de un acordeón o de no haberle con una cuchara de latón y una botella vacía de anís. Allí se cantaban seguidillas morachas, variantes de las seguidillas manchegas, con letras locales o que adoptan coplas de otras regiones.
Las quinterías, casas de campo solamente de temporada, forman acaso el último reducto, aún palpable y visible en el que se refugia el recuerdo de lo que fue la vida agrícola moracha hasta casi ayer, hasta la mecanización del trabajo del campo con lo que supuso de derrota para carros y galeras, yuntas y reatas y, lo que es más importante, de todo un tiempo al que, por el hecho de ser pasado, no vamos a llamar mejor.
Ubicación: Se acceder a través de la carretera CM-410. (Primer camino Derecha después de la incorporación de la crta. del castillo.
Quinteria and houses of La Solana
Quinterias are houses on countryside to stay when it's time to harvest. La Solana is the quinteria of Mora, and we only keep a couple in good conditions. Each family prepared the necessary for their livelihood and the water was taken from a community well that was near the houses. There was also a pile for animal watering hole and a wide unworked environment to make firewood, park cars and allow the boys and chickens to walk free.
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