Adrián Sánchez Guerrero
Adrián Sánchez-Guerrero Hernández es un veterano de la vida y del arte (nació en Mora en 1925), aunque nadie lo diría ni por su aire y entusiasmo juveniles, ni por la frescura y alegría de su pintura.
Pinta desde siempre, pero nunca la pintura ha sido para él una profesión, ni siquiera la ocupación preferente. Ahora, a veces, desde la jubilación piensa que pudo haberlo sido y que, tal vez, en lugar de seguir la tradición comercial de su familia, debía haberse dedicado plenamente al arte. Pero los de su infancia y juventud eran tiempos difíciles y decidió seguir el consejo familiar y ser en principio un buen profesional de la ferretería. Naturalmente, siguió pintando, por libre, a partir de unas breves lecciones de Rosa Pombo, que tuvo entre sus alumnos a varios de los que ahora consideramos pintores de Mora. Después, por los caminos de la autodidáctica, fue aprendiendo los caminos del óleo y la acuarela, descubriendo paisajes urbanos definitorios de un mundo rural amenazado de extinción: plazuelas, calles, iglesias, talleres artesanales... donde el color y las formas conservan una manera de vivir que se nos va yendo. Pero también bodegones y floreros, que son estallidos de color, en los que siempre hay que vencer las eternas dificultades de las transparencias del cristal y los reflejos de los metales. Pero, Adrián insiste, persiste y consigue el cuadro para la propia satisfacción de los suyos.
A veces, incluso se atreve con el retrato, aunque siempre con el enorme respeto y el amor que le merece el retratado.
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